El origen del mundo son las plantas. Pese a ser frágiles y estacionales, hacen posible el aire que respiramos, la atmósfera que nos envuelve, nuestra temperatura. Gracias a ellas, además de la vida, obtenemos el papel. En las obras de Lola Goldstein, la naturaleza se impone no sólo figurativamente mediante la presencia de flores, plantas y frutas sino también de modo explícito como soporte. Por ejemplo, la hoja en blanco, metáfora del vacío de la creación, se convierte en sus óleos en un elemento dinámico y visible: un recuadro adentro de otro en una mise en abyme, libros abiertos de par en par, papeles carcomidos o plegados del mismo modo que origamis.